Bienvenido a mi rinconcito personal
En este espacio te contaré mis experiencias vitales más íntimas y cómo éstas me han ayudado a desarrollar las habilidades relacionales y comunicativas de las que disfruto hoy.
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Origen familia numerosa: desde que nací estuve rodeada de numerosas personas, en casa éramos muchos. Tan pronto como tuve uso de razón, comprendí que debía aprender a relacionarme y comunicarme de manera inteligente para conseguir mis objetivos.​
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Pequeña de 5 hermanos: la relación con mis hermanos mayores me enseñó que no gana el más fuerte sino el que mejor se relaciona.​
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Hija de padres separados: el ejemplo de modelo de relación de pareja con el que crecí no fue el ideal, pero esto me llevó a tener interés por otras formas de relacionarse. Esta experiencia despertó un gran interés en mí por las relaciones de pareja: sus diferencias, qué era lo que hacía que unas funcionaran y otras no... como resultado mi biblioteca comenzó a crecer considerablemente.​
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Familia humilde y desestructurada: aprendí a ocuparme de mí misma y a ser muy responsable a una edad temprana. Mis padres estaban separados, yo vivía con mi madre, y ella trabajaba todo el día. Mis hermanos eran mayores y estaban entretenidos con sus cosas. Fui creciendo y comprendiendo que si quería algo debía conseguirlo por mí misma.​
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Malas notas en el colegio: nunca fui buena estudiante, con los años descubrí las inteligencias múltiples y todo cobró sentido. Las inteligencias que yo traía de serie eran la intra e interpersonal además de la emocional y lingüística. En clase me costaba escuchar y concentrarme pero en los recreos era la confidente de todas las niñas, sin saberlo ya estaba desarrollando una gran capacidad de escucha, empatía, relación y comunicación.​
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Trabajando desde los 16 años: empezar a trabajar tan joven me aportó mucha experiencia con personas. Desde el inicio con las entrevistas de trabajo, de las que nunca salí sin conseguir el puesto, hasta las despedidas de las que siempre me llevaba grandes amistades y jefes agradecidos por lo que les había aportado.​
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Trabajos de cara al público: éstos eran los que mejor se me daban y los que más disfrutaba. Te sorprenderá saber que he hecho de todo en la vida: camarera, profesora, vendedora de muebles, de electrodomésticos, charcutera, cajera, esteticista, maquilladora…. Conocí muchísima gente y me hice un máster en comunicación, ventas y relaciones, además de desarrollar una gran adaptabilidad al cambio.
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Perdí a mi padre cuando tenía 24 años: algo que me dio un buen revolcón, ocurrió de la noche a la mañana y el shock me duró demasiado tiempo. Un hecho traumático que me llevó a vivir el duelo más doloroso y largo de mi vida. Todo ello desembocó en un desorden alimenticio, del que solo logré salir haciendo un gran trabajo en la relación conmigo, con mis padres y con la pareja.​​
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3 crisis existenciales:
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1º. Tras padecer y superar un desorden alimenticio: al perder a mi padre de esa manera, solo encontré refugio en la comida, después empezaron los vómitos y las conductas compensatorias. Algo que logré superar después de muchos años trabajando, principalmente, en la relación conmigo, y con mi familia de origen. Allí nació Laura 2.0​
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2º. Cuando descubrí que mi padre biológico no era mi padre: si te soy sincera, siento que aún tengo que hacer un trabajo profundo de aceptación. Mi corazón se volvió a romper en mil pedazos, era como perder a mi padre 2 veces. Descubrir que mis orígenes no son los que pensaba me dio la vuelta del revés. Ahora tenía que integrar que tengo otro padre, que es el que me dio la vida, aunque mi padre fue el que me la llenó de amor y recuerdos.​​
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3º Tras la maternidad: ser mamá le dio un giro absoluto a mi vida, todos mis pilares se tambalearon: trabajo, familia, amistades, pareja... algunos se rompieron. Pensaba que podía seguir con mi vida anterior y fue doloroso aceptar que eso no pasaría. Una vez más trabajar en la relación conmigo fue lo que me salvó, mirar nuevamente hacia dentro para actuar en coherencia con la nueva Laura en la que me había convertido. Allí nació Laura 3.0​​​​
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Más de 15 años de emprendimiento: trabajar por cuenta propia está siendo una de las experiencias más desafiantes de mi carrera profesional. Transformar mi relación con el dinero, aprender a manejar la incertidumbre y establecer relaciones inteligentes y significativas, son aspectos clave para formar parte de ese pequeño porcentaje que logra vivir de su propósito.​
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Amistades de toda la vida: siempre he presumido de tener amigas de más de 30 años, pero para llegar a cumplir tantos aniversarios hemos pasado por varias conversaciones difíciles, y algún que otro desencuentro. Hemos practicado mucho el respeto, la sinceridad, el amor y las ganas de seguir esta andadura de la vida juntas, de lo contrario hubiera sido imposible.​​​
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Muchas relaciones de pareja fallidas y tormentosas: si, aquí donde me ves he sido una persona celosa y hasta diría que tóxica y manipuladora. Siempre supe que no era así como quería que fueran mis relaciones pero no sabía hacerlo de otra manera. Solo trabajando en la relación conmigo y ganando seguridad y autoestima, logré dar un giro completo a mis relaciones de pareja, empezando por elegir mejor, seguido de conciencia y trabajo personal.
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10 años de noviazgo con el padre de mi hijo: sin lugar a dudas mi mayor escuela de relaciones ha sido esta. Después de tantos años juntos pasamos por unas cuantas crisis, cientos de reajustes y muchas actualizaciones. Me siento una experta ya solo por ser capaz de haber llegado hasta ahí, habiendo aprendido tanto el uno del otro. No fue fácil, finalmente, se nos acabó el amor, nuestros caminos se separaron, pero podemos presumir de tener muy buena relación y ser un buen ejemplo para nuestro hijo.
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Madre de un niño: siento que esta será la relación más desafiante que voy a vivir porque me obliga a mirarme continuamente. La relación con mi hijo me muestra todas las áreas en las que aún debo mejorar porque sé que al seguir trabajando en mí misma le proporcionaré la seguridad, autoestima y confianza que necesita.​​